La post modernidad tardía tiene como una de sus características la pérdida del paraíso, tanto en un sentido material como simbólico. Culturas antiguas construían templos y tumbas para encadenar el mundo terrenal con el mundo eterno e idílico de los muertos, más recientemente la revolución tecnológica impulso una carrera para cumplir el sueño de llegar a la luna, luego la aparición de un universo virtual en red abrió nuevos horizontes para habitar y construir nuevas identidades. Hoy, no hay júbilo en la construcción de las tumbas, la llegada a la Luna se convirtió en una anécdota moderna, y la aparición de nuevos mundos digitales genera más sospecha y aislamiento que regocijo cultural. ¿Cuál es entonces el paraíso de la cultura contemporánea?
Phillip Anaskin explora las emociones ante este abandono del paraíso con una fuerza cuasi profana del pasado, citando visualmente adoctrinamientos, eventos armamentísticos, economías que dictan conductas; todo con un trazo que se aplica sin miedo, sin asco y sin vergüenza.
Philipp Anaskin | “El mito del ruido” | Óleo sobre tela | 195 x 230 cm | 2025 | Consultar precio
No por ello la obra se hunde en desesperanza o pesimismo, aparece también la contraparte esperanzadora, ya que aparecen figuras inocentes (en su mayoría infantes), que se ven inmunes a los escenarios salvajes y temperamentales que construye Anaskin. La figura del niño, metáfora del futuro, parece no cargar las deudas del pasado. Al nacer en un mundo sin paraísos, el infante es infantería y trinchera onírica; puede jugar y recorrer la jungla del presente con la posibilidad lúdica de construir nuevos paraísos nunca vistos. En este sentido Anaskin avoca en el juego la redención de una era, ya sea el de la “gallinita ciega” en obras como “Ronda”, en la niña que parece jugar a las escondidas en “Miraflores”. O en ese juego performático de la celebración de los 15 años, que significa la despedida de la niñez. Juegan cómodamente en paisajes que para al adulto pueden interpretarse como hostiles.
Philipp Anaskin | “Miraflores” | Óleo sobre tela | 90 x 90 cm | 2025
Esta serie pictórica, sin embargo, no intenta antagonizar a la infancia ante la adultez, sino de comprometerse, como mencionaba Nietzsche, a que “La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era niño”. La obra de Phillip, desde este punto de vista Nietzscheano, es madura y completa; su obra es un juego de colores, de contrastes y composiciones pictóricas. Es una obra intuitiva, que asoma (consciente o inconscientemente) una esperanza que desde el juego se puede erigir un nuevo paraíso, o encontrar aquellos que se han extraviado.
Esteban Hidalgo G.
